lunes, 25 de febrero de 2013

mundo paralelo




Una noche fría de invierno, a las afueras de una ciudad no muy conocida, se encontraba una familia dolida y triste por la reciente pérdida de uno de sus seres queridos. Era la hora de cenar y madre e hija se sentaron en la mesa. Intercambiaron unas palabras, como habían pasado el día, pero la respuesta de ambas fue cortante y simple.

La hija llamada Josefina, miraba su plata de comida, a la vez que también jugaba con ella, pensando en el chico que le gustaba, que le hacía sentir ese sentimiento que lograba poder quitar todo problema de su mente, y también el más reciente dolor que la había azotado a ella y a su madre, la pérdida de su padre.

Por otro lado se encontraba su madre, con serios problemas económicos, y a causa de la reciente muerte de su esposo pasaba muchas más horas trabajando, sin descansar. Llegaba agotada a casa sin ánimos de nada, solo poder dormir es lo que ella deseaba. Pero todo eso lo hacía por el simple hecho de que ella amaba a su hija, por sobre todas las cosas.

Josefina, esa noche estaba invitada a una, una fiesta a la cual iría ese chico que le hacía olvidar el dolor que tenía dentro de su corazón, es por esa razón que quería ir a la fiesta, pero ¿cómo? Si decidía ir por sus propios medios, su madre la regañaría y la castigaría, eso era lo más seguro. Aquel chico le había dicho que se escapara, y que la esperaría unas cuadras más adelante en su auto, pero ella no estaba segura, sentía miedo de lo que pudiera pasar. Jamás había tenido una relación, pero era una chica centrada después de todo. Tardo en pensarlo, pero al final decidió que la manera correcta era pedirle permiso a su madre.

-Esta noche me han invitado a una fiesta – murmuró Josefina.

-¿Qué dijiste? – Preguntó su madre – sin entender muy bien lo que josefina había dicho.

-Que esta noche me han invitado a una fiesta, me gustaría ir. Un amigo chico me vendrá a buscar, así que no te preocupes por llevarme – dijo Josefina con algo de nerviosismo.

Su madre la miro fijamente y no le respondió. Luego de eso solo agacho su cabeza, como si jamás hubiese escuchando lo que Josefina le había dicho.

-¿Por qué actúas de esta manera?, intento ser buena hija, hacer lo correcto pero tú te comportas como una niña – dijo Josefina algo molesta.

Su madre esta vez levanto la cabeza, la miró fijamente y le pegó una cachetada, que hizo poner aún más tensa la charla.

-Te odio, odio que me trates de esta manera. Cuando mi papá estaba acá, él si me dejaba hacer las cosas que yo quería, él jamás me ponía peros, pero tú sí. Te odio, me quiero ir de esta casa, quiero vivir sola, vivir mi vida libre, y hacer lo que yo quiero – dijo Josefina.

Estaba realmente molesta, se paró de la mesa y salió corriendo a su habitación, luego solo se escuchó el golpe de la puerta dejando un silencio de agonía y tristeza en aquella casa.

Tanto la madre, como la hija comenzaron a llorar. Josefina había puesto una almohada en su cara para ahogar el llanto, sus lágrimas corrían al compás de un triste sollozo, ella solo quería estar con su padre, lo extrañaba como a ningún otro ser.

La madre después de que su hija cerró bruscamente la puerta, pasaron unos segundos, y comenzó a recapacitar de lo que había hecho, de la forma tan mal que había actuado. Se acarró cabeza, por tantos problemas que tenía y comenzó a llorar. Para ahogar sus penas, sacó una bebida alcohólica y empezó a beber, era su única escapatoria. Luego de unas cuantas copas decidió irse a dormir. Quiso pedir perdón a su hija, pero pensó que no sería el momento indicado, la mejor manera era hablar a la mañana siguiente.

Josefina seguía en su habitación, encerrada con las luces apagadas, anhelando poder estar junto a su padre y abrazarlo una vez más. Tomo una foto de su padre y la abrazó, de esa manera cerró sus ojos y se quedó dormida.

Las horas pasaron y josefina seguía en un sueño muy profundo, en el cual soñaba que estaba en un parque lleno de color verde, lleno de vida, era simplemente hermoso. A su lado se encontraba su padre, con una sonrisa muy grande.

-Papá, ¿Qué es este lugar? ¿Qué haces aquí? – preguntó Josefina.

-Hija, eso no es lo importante, lo importante es que estas junto a mí – respondió su padre.

-Es cierto, por favor no me vuelvas a dejar nuevamente – dijo Josefina.

-De acuerdo hija, ven ahora sígueme necesito mostrarte este precioso lugar – dijo con entusiasmo su padre.

Pero de pronto un sonido muy fuerte interrumpió el bello sueño que tenía Josefina, la hizo saltar de la cama, estaba realmente furiosa, pero a la vez muy asustada. El sonido había provenido de su ventana, ella la observó detenidamente pero no había nada. Un poco desconcertada, trato nuevamente de conciliar el sueño, y nuevamente otro golpe se escuchó. Miró rápidamente la ventana pero no había nada.

Se levantó lentamente de su cama, procurando no meter ruido; a estas alturas ya se había olvidado de su madre y la pelea que habían tenido. Miro su reloj y eran las 01.23 am. Pensó ¿Quién querría molestar a estas horas? Se acercó a la ventana, pero no había nadie. Recordó que el chico la vendría a buscar, quizás había sido él, pero no, no había señales de él.

Un poco desconcertada volvió a su cama, se acostó, se tapó y trato nuevamente de conciliar el sueño, pero esta vez sintió como el vidrio de la ventana emitía un sonido, como si alguien le estuviese pasando algo puntiagudo.

-¡¿Quién anda ahí?! – preguntó alterada.

Nadie respondía solo había silencio absoluto. Estaba realmente enojada, pensaba que todo aquello era una broma, se arrimó hasta la ventana para poder abrirla pero al acercarse algo le impedía llegar hasta ella, había algo, una fuerza que no le permitía avanzar, de pronto no podía moverse, se había quedado paralizada, su corazón se aceleró, quería mover sus pies, manos, su cuerpo pero nada respondía a sus órdenes, intentó gritar pero sin resultados. Solo podía mover su ojos y venía como en el vidrio de aquella ventana aparecía una mujer, primero una mano, después la otra y por último su rostro.

Josefina, estaba muy asustada a punto de desmayarse, sus ojos no podían creer lo que estaba viendo, de pronto sintió una voz.
-Necesito descanso, necesito descanso, necesito descanso – dijo aquella voz una y otra vez.

La chica estaba tan asustada, quería pedir auxilio pero aquella cosa se lo impedía.

-Escapé del infierno, me costó mucho trabajo pero aquí estoy, necesito descanso, un descanso digno – dijo aquel espectro.
Entonces las manos de Josefina se levantaron en el aire, sin que ella pudiera hacer algo para evitarlo. Se fue acercando lentamente hacía la ventana, hasta que ambas manos le quedaron en la ventana, y del otro lado se encontraba aquel demonio poniendo las manos en el mismo lugar que Josefina.

El demonio sonrió, mientras por dentro Josefina se moría de miedo, y comenzó a sentir un dolor muy fuerte por dentro, algo desgarrador, fue intensificándose hasta que no sintió nada.

En un abrir y cerrar de ojos todo volvía a la normalidad, podía moverse libremente, pero vio detenidamente la escena, y pudo ver su cuerpo del otro lado del cristal. Podía verse, en su cama, su habitación sus cosas. Asustada miro sus manos, y no eran las de ella, ese cuerpo no era de ella.

Aterrada salió corriendo a la puerta principal para poder entrar a su casa, pero al intentar agarrar la manija su mano la traspasó. Intentó otra vez, y otra vez pero sucedía lo mismo. De la misma desesperación intentó derrumbar la puerta, pero también la traspasó y pudo entrar a su casa. Salió corriendo hacia su habitación y lo que vio, no lo creía, si era su cuerpo, estaba durmiendo, intentó hacer algo, pero no podía manipular los objetos de este mundo. Comenzó a retroceder lentamente, y se puso a llorar, tratando de buscarle una explicación a lo que estaba viviendo, pero no encontró ninguna.

Los minutos pasaban y no sabía qué hacer, ¿cómo recuperar su cuerpo?, ¿quién lo había tomado?, muchas preguntas le venían a su mente pero todas sin respuesta. De pronto un nuevo sonido se escuchó en la ventana de su habitación, se acercó a mirar y era el chico que la había invitado a la fiesta.

Este siguió golpeando la ventana hasta que su cuerpo se comenzó a mover lentamente, se puso de pie y se dirigió hacia aquella ventana y la abrió.

-Ven vamos, escápate conmigo, me estoy arriesgando viniendo tan cerca, pero es lo mínimo que puedo hacer, en verdad me gustas y estoy arriesgando que tu madre se entere, pero no importa en lo absoluto, vamos – dijo el chico.

El cuerpo de Josefina estaba quieto he inmóvil sin decir nada, solo hizo un gesto con su mano invitando al chico al interior de la habitación. Josefina quería advertirle al chico que esa no era ella, que alguien más dominaba su cuerpo, pero de nada servía.

El sujeto al fin pasó, y Josefina podía observar como utilizaban su cuerpo, para seducir al chico, primero lo tiró contra la cama, luego se quitó la remera, y el chico la miraba detenidamente, disfrutando el momento. Luego siguió con su corpiño, y se dirigió a donde estaba aquel sujeto, le dio un beso apasionado, mientras que Josefina observaba la escena, sin poder decir o hacer nada.

Los dos casi estaban completamente desnudos, pero de repente un grito se escuchó, proveniente del chico. Se podía observar su cara llena de sangre, le faltaban los labios, Josefina se los había arrancado de un mordisco, luego para que no gritara le enterró sus dedos en la garganta hasta romperle la laringe.

Los gritos cesaron, pero su madre los había escuchado, entonces golpeó la puerta de habitación preocupada, como no recibía ninguna respuesta la derribó de un golpe y al entrar vio cómo su hija estaba comiendo el cuerpo de aquel chico, era horroroso ver como se gozaba probando uno de sus ojos, casi le había comido todo su rostro, se podían ver los huesos y algunos pedazos de músculos. Su madre solo comenzó a gritar intentando reflexionar lo que estaba viendo.

Josefina intentó advertirle que esa no era ella, que saliera corriendo de aquel lugar, no la quería perder también a ella, pero ¿Cómo podía hacerlo?, pensaba mientras veía que su cuerpo se acerca lentamente a su madre, y recordó que aquel espectro había podido tocar el vidrio de su ventana, salió corriendo y rápidamente comprobó si su teoría era correcta, y si podía tocarlo. De un puñetazo rompió el vidrio, entonces el tremendo ruido hizo perder la concentración de aquel demonio que se había apoderado de su cuerpo. Era la oportunidad perfecta para que su madre saliera corriendo, pero su madre hizo todo lo contrario, y salió a abrazar a su hija.

Comenzó llorar, pero luego un dolor sintió en su corazón, se miró el pecho y tenía un pedazo de vidrio clavado.
¿Por qué? – Preguntó su madre – sin recibir ninguna respuesta.
La sangre comenzó a salir, rápidamente y su madre fue perdiendo fuerzas hasta que cerró sus ojos y abandono este mundo.

Josefina lloraba al lado de su madre, solo eso podía hacer, no podía tocarla, pero podía observar que estaba muerta. Su cuerpo se comenzó a mover nuevamente, para salir en busca de nuevas víctimas, pero ella debía hacer algo, entonces agarró un pedazo de vidrio y salió corriendo hacia su cuerpo, y lo clavó en medio de su cuello.

Ella podía observar como de su cuello salía sangre, pronto moriría, pero no permitiría que otra persona muriera manchando sus manos, cuando no era ella quien lo hacía.

Los ojos de su cuerpo se iban cerrando lentamente y antes de que se muriera lo que controlaba su cuerpo, lo abandonó, haciendo que su alma volviera nuevamente a donde pertenecía.
Josefina perdió el conocimiento por unos segundos pero luego abrió nuevamente los ojos, y observó sus manos, se tocó la cara y definitivamente volvía a estar en su propio cuerpo, pero sintió un dolor fuerte en el cuello, se tocó y había sangre. La alegría poco duró ya que le quedaban pocos minutos de vida.

Con sus últimas fuerzas se arrastró hacia donde estaba su madre, la abrazó fuertemente y le pidió perdón, rogando que de alguna u otra forma ella la pudiera sentir. De sus ojos corrían lágrimas de dolor y desesperación., se acurrucó junto a su madre, y espero pacientemente la llegada de la muerte, mientras observaba en el reflejo de los vidrios, que habían quedado esparcidos por el piso, como aquel espectro reía y reía.

La noche pasó, y la mañana se hizo presente. El lugar estaba lleno de policías, investigadores y detectives, el caso era realmente atroz, pero hasta el día de hoy, no encontraron ninguna explicación a ese asesinato.






créditos: creepy art

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